jueves, 4 de octubre de 2018

DIARIOS DE LOS DANZANTES DE LA ENERGÍA (Octubre)



Para mí , la práctica del chikung , más allá del trabajo físico y energético, me descubrió un camino hacia mi interioridad, una forma de contactar con partes de mi inconsciente psíquico y corporal, en mi cuerpo despiertan memorias dormidas, sobre experiencias agradables y otras muy dolorosas, estas memorias emergen con el fin de ser integrada y sanadas, el chikung y el taichi, han resultado un camino de sanación y conciencia, doy gracias a los maestros ancestrales que nos dejaron el legado, a mí maestro ROBERTO Chacón por su paciencia, su sabiduría y su humildad en la enseñanza, y a mis compañeros , a mi alma por haberme guiado hacia este camino.

Practica de taichi, 30 de septiembre, 2018:

Mensaje “la fuerza interior”
“Parada en tus dos pies, sobre la Tierra, busca tu centro, si estás bien centrada, nadie te podrá mover, ni te puedes caer”.

Clase de taichi con Hernán

Reconozco dentro y fuera de mi, lo masculino sano, la fuerza protectora del yang.

Veo en Hernán la fuerza de lo masculino sano, es un hombre fuerte compacto, sin rigidez, es suave y fluido a la vez, te cuida, es decir esta muy pendiente de mi postura, pero enfatiza "tu eres el responsable de cuidarte a ti misma", el corrige con firmeza y sutileza, transmite confianza y seguridad. Hernán me trae noticias sobre mí misma, me recuerda confiar en mi fuerza interior, en mi yang protector, en mi capacidad de cuidarme, que dentro de mí también está la fuerza del yang que se proyecta hacia el exterior a través de los movimientos del taichi.

Tomo consciencia que el taichi es un trabajo energético que me sirve, entre otras cosas para quitar de mi vida, con firmeza, todo lo que no me sirve y me impide crecer.

Hasta ahora había percibido el taichi como un trabajo energético, hoy tome consciencia que es un trabajo de autodefensa/ataque, donde mi yo profundo, desde mi centro, me recuerda mi fuerza interior y mi capacidad de cuidar de mi, y si es necesario atacar, sin exponerme, que dentro de mi hay una fuerza yang que me sabe cuidar.

Hoy sentí una profunda vinculación con mi fuerza interior y una profunda sanación de lo masculino fuera y dentro de mí, yin y yang danzaron armónicamente conmigo y en mi.

Gracias Hernán por esta clase maravillosa

Taichi, octubre 6, 2018

El contacto un poco rudo, el suave empujón que me mueve y me saca de mi centro, despierta memorias corporales, me trae de inmediato imágenes de vivencias dolorosas. Siento rabia por la injusticia: la agresión física, cuando viene de alguien más fuerte y entrenado físicamente par el combate, me causa mucha rabia: siento rabia hacia mi por no ser capaz de mantenerme firme o que un leve empujón me hace caer, perder el equilibrio, y esto remueve la rabia encapsulada en mis músculos y mi piel, rabia con el otro por usar la ventaja de su condición.

Me maravilla como mi cuerpo conserva memorias vivas que surgen durante esta práctica, para ser reconocidas y sanadas, agradezco a mi cuerpo/alma su capacidad de traerme noticias sobre eventos que estaban dormidos, , a la rabia que me recuerda la injusticia, a mi capacidad de reconocer y darle un nombre a lo que siento, al taichi y al maestro que me enseña.

En la clase del 7 de octubre sentí menos rabia, me sentí más arraigada, menos vulnerable, con más capacidad de evitar que me tumben, más firme y solida, mi sombra aliada me acompaña.


....Ese toque, ese halón, el sutil empujón que me ha hace tambalear, despierta en mi cuerpo una cascada de recuerdos expresados en mis músculos. La rabia por la injusticia afloro a la superficie, el inconsciente celular abrió sus puertas para mostrarme que la agresión dejo huellas

Y que no me puedo "hacer la loca" ante esto.

Hoy lo veo y reconozco todas sus artimañas, sus gestos de odio, su locura disfrazada , reconozco sus mascaras, su manipulación, y me alegra profundamente porque hoy soy un animal despierto, una loba que olfatea al predador y traza una estrategia para no caer , para no exponerme...

Aunque no tengo fuerza física, confío en mi instinto animal, en mi fuerza interior en mi capacidad de huir , de poner límites.

Hoy, no soy una víctima, soy una guerrera al acecho  de un gesto, una mirada, una señal en la que reconozco el peligro y lo eludo, observo mis procesos internos, los miro , los integro y sigo adelante con serenidad.

La práctica del Chikung y el taichi, despiertan un elevado nivel de consciencia y me enseñan a sanar desde ahí.

 Anónimo
30 de septiembre y octubre 06 07.

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Mis compañeras de grupo cuentan que se sienten avergonzadas de su Tai Chi cuando ven videos de famosas maestras o artistas marciales chinas. Las escuché durante mucho tiempo sin interesarme por el tema. Ya tengo bastantes motivos para no sentirme satisfecha con mi práctica para ahora sumar uno más, me decía.
Un buen día cedí a la tentación y comencé a ver videos de Tai Chi. Como siempre, me sorprendí a mí misma, pues no me sentí acomplejada al ver tanta perfección, sino gratamente invitada a practicar con mayor asiduidad, sugestívamente invitada a la emulación.
Me gusta practicar sola en mi casa, pero ahora imagino vivamente que me acompañan una o dos de las excelsas intérpretes chinas, que me hacen sutiles correcciones y alaban graciosamente mis aciertos, que ya no son pocos, ciertamente.
El Tai Chi va tomándonos cuando aceptamos lo que somos y en lo que nos vamos transformando. A veces me cuesta recordarlo. Los pies descalzos que se deslizan sobre el piso de madera, las aves que a veces se detienen a contemplar mis giros y evoluciones, y en ciertas ocasiones, una copita de vino tinto, me lo recuerdan. Así como los ojos de mis nuevas amigas imaginarias, que danzan en mi honor en el otoño de mi vida.
Anónimo
01-10-18

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“¡Muy buenos días! Haciendo la jornada de Tai Chi: ya hice 24 Yang manos libres y ahora hago 36 Chen. ¡Feliz día para todos! Muy soleado por estos lares...”
Pedro Torres

12-10-18




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