lunes, 18 de junio de 2018

DIARIOS DE LOS DANZANTES DE LA ENERGÍA (Junio)


CONSIDERACIONES DEL CHI



Nosotros los que nos dedicamos a cultivar la energía (chi) debemos tener presente que pudiéramos estar influenciados por circunstancias filosóficas que involucran nuestra educación. Por ejemplo, nosotros los que habitamos la parte occidental del planeta, tendemos a tener una conducta competitiva que nos impulsa a comparar lo que hacemos con algo supuestamente superior, mediante esta comparación tendemos a catalogar nuestros resultados sometiéndolos a categorías que van desde un rango bastante deficiente hasta un nivel supuestamente superlativo.

Cuando practicamos el Chi-kung, al ser esta disciplina algo producido por personas que responden a una filosofía diferente a la nuestra, por ser habitantes de la parte oriental del mundo, si deseamos hacerlo de una forma acertada, deberíamos respetar los parámetros filosóficos que los respaldan. Con el Chi-kung se intenta, en principio sentir la energía, para luego  conducirla hacia todo el organismo. Para lograr esta, supuesta utopía, debemos hacer un ejercicio de concentración, en la que debemos abandonar, por así decirlo, el mundo occidental del exhibicionismo y volcarnos dentro de nosotros mismos.

Si partiéramos del hecho de que la Materia es igual a energía por velocidad de la luz al cuadrado, según fórmula propuesta por Einstein, entonces deberíamos notar que al ser nosotros materia somos así mismo energía. Esta energía está un poco despreciada por nosotros, debido, quizá, a nuestra ignorancia en estos términos, debería ser tratada por nosotros como algo propio, es decir algo que forma parte de nuestra constitución física, por lo que no está de más que busquemos alguna disciplina que intente de hacernos conscientes de su existencia. La práctica del Chi-kung es una primera puerta a ese universo exótico que es la energía.
Pablo González
21/04/18


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Practicar Tai Chi en casa o sola en un parque me costó muchísimo. Siempre pensé que era por falta de disciplina o por no poder administrar bien mi tiempo libre. Luego descubrí que era por vergüenza: no me gusta que me miren practicar, sean conocidos o desconocidos. Me siento torpe e insegura al hacer la rutina, o lo que sé de ésta. Creo que escogí el grupo de Tai Chi donde asisto porque es grande y paso desapercibida entre el grupo de compañeros.

Un buen día descubrí que podía practicar en casa, siempre y cuando no hubiese nadie. Cuando mi esposo e hijos están ausentes inmediatamente me pongo a practicar. Comencé a sentirme cómoda, al punto que, conforme practicaba, cada vez lo hacía con menos ropa. Terminé por hacerlo desnuda. Puede que no muy bien, pues mi nivel es el de una principiante, pero por lo menos mejor que vestida y más presente y comprometida que cuando lo hago en mi escuela.

Un buen día me perdí en el fluir de la práctica. Fue un momento maravilloso. De pronto volví en mí porque sentí que me miraban. Estaba completamente desnuda y un súbito embarazo me sorprendió. Giré hacia la ventana para ver quién me miraba. Sobre la baranda del balcón, cuatro azulejos me observaban. Quizá sea exagerado decir que había admiración en sus ojos, pero eso sí, miraban con interés. Me sonrojé completamente y luego me eché a reír como cuando era niña. Por primera vez sentí completa satisfacción de mi cuerpo desnudo y de la forma como hago Tai Chi. Desde entonces practico sin importar si me miran o no, aunque me sigue gustando hacerlo a solas, desnuda o con poca ropa. Y siempre dejo un tazón de frutas en el balcón para los pájaros de mi vecindad.
Anónimo
19-06-18


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Diario Chi Kung
19-06-18
Desayuno: frutas
Después de bañarme me tomo 10 minutos para hacer la posición Wuchi. Es mi décimo tercera práctica de Zhan Zhuang Gong.

A diferencia de las anteriores prácticas, hoy sentí sensaciones inusuales. No sé cuánto tiempo llevaba en la postura cuando de pronto tuve la sensación de pesar muchísimo, como si mi cuerpo fuera de plomo. Mis piernas se hundían en el piso y mi torso se achataba bajo la presión de la gravedad. Un instante después sentí que mi cuerpo se estiraba como una elástica. Mi cabeza subía al cielo mientras mis pies descendían al centro de la tierra. Me asusté. Pensé que había excedido el tiempo de práctica pautado y abrí los ojos justo cuando el reloj marcaba los diez minutos.
Hoy el día comenzó MUY diferente…

Anónimo

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